Las posibles actitudes ante Dios como explicación última del universo son básicamente cinco: el ateísmo, el agnosticismo, el panteísmo, el deísmo y el teísmo. Pero las cuatro primeras plantean dificultades notables… Por tanto, el teísmo aparece como la única opción rigurosa para quien no renuncia a buscar una explicación del universo. Ni el universo en su conjunto ni sus aspectos parciales pueden ser identificados con algo propiamente divino. Sin embargo, la racionalidad del universo sugiere fuertemente su conexión con la inteligencia divina.
Nos encontramos en la actualidad, por vez primera en la historia, con una cosmovisión completa, unitaria, científica y rigurosa del universo, en la que destacan los aspectos relacionados con la racionalidad, la información y la creatividad. Una cosmovisión de este tipo solamente se ha conseguido en las últimas décadas. Por eso, no vacilo en afirmar que se trata de un logro histórico de gran alcance que tiene profundas implicaciones.
Al referirme a esas implicaciones, he dicho que la cosmovisión actual coloca en primer plano los aspectos relacionados con la racionalidad, la información y la creatividad.
Para apreciar adecuadamente las implicaciones de la cosmovisión actual conviene situarla, como telón de fondo, frente a las principales cosmovisiones que se han formulado en otras épocas. A grandes rasgos, en las anteriores fases de la historia de la humanidad se han propuesto tres grandes cosmovisiones: la organicista, la mecanicista y la evolutiva.
Tesis: las ciencias se apoyan sobre unos supuestos filosóficos, y el progreso científico retro-actúa sobre esos supuestos: los retro-justifica, los amplía y los precisa… Los supuestos generales de las ciencias pueden clasificarse en tres grandes tipos: los supuestos ontológicos, los epistemológicos, y los antropológicos.
En definitiva, la cosmovisión científica actual resulta muy coherente con la existencia de un Dios personal creador que gobierna la creación. No se piense que al decir «resulta muy coherente con» estoy minusvalorando mi afirmación. Por el contrario, como es bien sabido, muchos logros científicos de primera magnitud se presentan de este modo: diciendo que los datos obtenidos en los experimentos «son coherentes con» la teoría que se trataba de comprobar. En nuestro caso, la coherencia del teísmo con la cosmovisión científica es muy grande; pero existen otros factores, de tipo personal, que influyen siempre en las consecuencias que cada persona puede extraer de esa coherencia. Puede advertirse, sin embargo, que esa cosmovisión es poco coherente con el ateísmo y el agnosticismo. En cambio, es bastante coherente con el panteísmo y el deísmo, pero a estas posiciones les falta coherencia interna.
Vistas así las cosas, me parece que queda claro en qué sentido podemos hablar de «la mente del universo». Dios es trascendente, distinto del universo, pero a la vez le es inmanente, está presente en todo el universo y en cada una de sus partes, dándoles continuamente el ser y todas sus virtualidades, y haciendo posible el despliegue de esas virtualidades, también en la producción de nuevos modos de ser y, en último término, de nuevas personas humanas que tienen en su mano la responsabilidad por su presente y por su futuro. Esta perspectiva ayuda a comprender que la creencia en Dios nada tiene que ver con una actitud de resignación o de pasividad: por el contrario, favorece la responsabilidad y la creatividad.
http://www.unav.es/cryf/lamentedeluniverso.html
http://www.unav.es/cryf/pagina_4.html
http://www.unav.es/cryf/pagina_8.html
Para nuestra reflexión
1. De los tres aspectos que destacan en la cosmovisión actual del universo, ¿cuál es el más importante? Explique.
2. De las tres cosmovisiones anteriores a la actual, ¿cuál es superior? Explique.
3. De los tres supuestos generales de las ciencias, ¿cuál ofrece mayores dificultades? Explique.
4. ¿Por qué la cosmovisión científica actual resulta muy coherente con la existencia de un Dios personal? Explique.
5. Comente las intervenciones de sus compañeros.