domingo, 24 de agosto de 2008

Ideología de género y homosexualidad

I. La ideología de género

Es una ideología (es decir, es un sistema de pensamiento cerrado) que defiende que las diferencias entre el hombre y la mujer, a pesar de las obvias diferencias anatómicas, no corresponden a una naturaleza fija, sino que son unas construcciones meramente culturales y convencionales, hechas según los roles y estereotipos que cada sociedad asigna a los sexos…
Algunos autores de la ideología de género afirman que hay diversas formas de sexualidad -heterosexual masculino, heterosexual femenino, homosexual, lesbiana, bisexual e indiferenciado- que son equivalentes a la heterosexualidad.
Se habla de "cinco géneros" o "cinco sexos". Otros no hablan de ninguno, ya que se trata de llegar a una situación sin "sexos fijos", donde cada uno pueda elegir a su gusto, por el tiempo que quiera, el "rol" que más le guste.
Defienden que cualquier tipo de unión y cualquier actividad sexual es justificable, porque abren un panorama “imaginativo”.
Proponen que la heterosexualidad sea sólo un caso más de práctica sexual, tan válida como cualquier otra.
Defienden que cada persona debe elegir libremente el género al que le gusta pertenecer según los momentos y etapas de la vida: ahora tengo el rol hetero, ahora tengo el rol bisexual; ahora, el homosexual, etc.
Mujer e ideología de género
Esta ideología considera que la masculinidad y la feminidad son “construcciones sociales”. Según esta teoría, el ser humano nace sexualmente neutro; más tarde es “socializado” hasta convertirse en hombre o mujer; esta “socialización”, dicen, afecta a la mujer negativa e injustamente. Por ello, su objetivo es deconstruir todos los modelos de comportamiento individual y social, incluidas las relaciones sexuales y familiares. Ven a la mujer como la clase oprimida porque deben soportar los embarazos y ocuparse de criar a sus hijos. Y concluyen que la única forma de eliminar esa opresión es eliminar la maternidad como función femenina.
Salud y Derechos Sexuales Reproductivos
En la misma línea, las "feministas de género" incluyen como parte esencial de su agenda la promoción de la "libre elección" en asuntos de reproducción y de estilo de vida. Según OLeary, "libre elección de reproducción" es la expresión clave para referirse al aborto a solicitud; mientras que "estilo de vida" apunta a promover la homosexualidad, el lesbianismo y toda otra forma de sexualidad fuera del matrimonio. Así, por ejemplo, los representantes del Consejo Europeo en Pekín lanzaron la siguiente propuesta:

"Deben escucharse las voces de mujeres jóvenes, ya que la vida sexual no gira sólo alrededor del matrimonio. Esto lleva al aspecto del derecho a ser diferente, ya sea en términos de estilo de vida -la elección de vivir en familia o sola, con o sin hijos- o de preferencias sexuales. Deben reconocerse los derechos reproductivos de la mujer lesbiana" .
Estos "derechos" de las lesbianas, incluirían también el "derecho" de las parejas lesbianas a concebir hijos a través de la inseminación artificial, y de adoptar legalmente a los hijos de sus compañeras.
Pero los defensores del "género" no sólo proponen este tipo de aberraciones sino que además defienden el "derecho a la salud" que, en honor a la verdad, se aleja por completo de la verdadera salud del ser humano. En efecto, ignorando el derecho de todo ser humano a la vida, estos proponen el derecho a la salud, que incluye el derecho a la salud sexual y reproductiva.
Paradójicamente, esta "salud reproductiva" incluye el aborto y por tanto, la "muerte" de seres humanos no nacidos.
La progresiva debilidad del vínculo conyugal
Primero se postuló la práctica de la sexualidad sin matrimonio: el llamado amor libre. Después, la práctica de la sexualidad sin la apertura al don de los hijos: la anticoncepción y el aborto. Luego la práctica de la sexualidad sin amor: hacer sexo, pornografía, etc. Más tarde la producción de hijos sin relación sexual: la llamada reproducción asistida (fecundación in vitro, etc.). Por último, con el anticipo que significó la cultura unisex, y la incorporación del pensamiento feminista radical, se separó la sexualidad, de la persona: ya no hay varón y mujer; el sexo es un dato anatómico sin relevancia antropológica; el cuerpo ya no habla de la persona, de la complementariedad sexual que expresa la vocación a la donación, de la vocación al amor; cada cual puede elegir configurarse sexualmente como desee: hombre heterosexual, hombre homosexual, mujer heterosexual, mujer homosexual, transexual. Había nacido la "Ideología de Género", cimentada como hemos visto, en la ruptura del bien que significa los conceptos de persona y matrimonio, y, por tanto, en la progresiva debilidad del vínculo conyugal que llevó al aumento de las rupturas matrimoniales y la desintegración física, psíquica y moral de las personas. En este contexto de banalización, hedonismo y relativismo moral es comprensible el "aumento" de la violencia doméstica. De hecho en los países de nuestro entorno cultural donde hay más separaciones y divorcios, es donde más casos de violencia doméstica se dan, en términos proporcionales a la población, mucho más que en España o Polonia, por ejemplo. En efecto, junto a otras causas, los dos factores de mayor riesgo de violencia doméstica son la debilidad del vínculo y el momento de la ruptura entre la pareja o los cónyuges. Ambos factores han aumentado con la llamada "revolución sexual".

II. La homosexualidad

La homosexualidad es un desajuste psicológico en el plano afectivo; hoy se sabe que tiene solución. La sexualidad se ha convertido en una religión. Se habla de ella a todas horas; pese a ello, nunca el ser humano se ha mostrado tan perdido, con una personalidad light, movida por el hedonismo, el consumismo y el pesimismo (Enrique Rojas, Doctor en Psiquiatría).

Se le llama homosexual a la persona que siente atracción erótica hacia las personas de su mismo sexo, pero que se sabe miembro de su sexo; a diferencia del transexual que se siente atraído hacia las personas de su sexo, pero que se cree miembro del sexo complementario y que por lo tanto también cree que está erróneamente en ese cuerpo.
Uno de los argumentos que utilizan los activistas homosexuales es el de alegar que la inclinación homosexual es algo innato y que, por lo tanto, la actividad homosexual es un "derecho humano" que la sociedad debe respetar… Otra de las tácticas que usan los grupos de homosexuales es la de proclamar la falsedad de que ellos constituyen el 10% de toda la población… Por el contrario, la mayoría de los investigadores serios hoy en día están de acuerdo en que sólo el 2.5% de la población podría ser homosexual…
Es crucial que nos demos cuenta de que el comportamiento homosexual o lésbico ya no es algo que queda en la penumbra. Los grupos homosexuales y lésbicos están promoviendo su ideología y sus actividades entre los niños y los jóvenes, esa es su principal forma de supervivencia como grupo social. Son nuestros propios hijos los que están en peligro, pues el origen de la homosexualidad se encuentra muchas veces en la seducción del niño o adolescente por parte de un adulto homosexual. Todo adulto homosexual o con problemas serios en el área de la sexualidad "es el producto de un estímulo sexual prematuro en la infancia, ya sea debido a verdaderas violaciones o a una exposición excesiva como observador de las actividades sexuales".
Causas de la atracción a personas del mismo sexo

La atracción homosexual es un problema del desarrollo psicológico, que se puede prevenir y tratar.

Cada persona tiene una historia única. Puede compararse a una pierna quebrada. Uno ve un niño con una pierna quebrada, pero mientras uno no pregunte, nunca sabe cómo se quebró. En cada caso la historia es diferente, pero con rasgos similares. Si un niño se quiebra una pierna, y los huesos son bien compuestos, no habrá más problema, pero si no se trata bien la fractura, el niño puede quedar lisiado de por vida.

Con respecto a la atracción hacia personas del mismo sexo, un traumatismo no es suficiente. Estos hombres y mujeres sufrieron una cantidad de experiencias negativas. Cada una los hizo más vulnerables para la siguiente.

Todo niño tiene ciertas necesidades para su desarrollo. La naturaleza permite cierta flexibilidad en la forma que se provean esas necesidades, pero se tienen que proveer. El niño tiene necesidades nutritivas. Para poder crecer, tiene que comer alimentos que contengan las vitaminas, minerales y otras cosas. Diferentes combinaciones de alimentos y distintas dietas pueden cubrir esas necesidades, pero si algún elemento esencial falta, o algún elemento venenoso se agrega, el desarrollo del niño se verá dañado.

Igualmente el niño tiene ciertas necesidades emocionales – la necesidad de sentirse querido, de unirse a la madre, y la necesidad de identificarse con el padre del mismo sexo, la necesidad de sentirse seguro y protegido. Si estas necesidades no se llenan en forma adecuada, por la razón que sea, el niño crece con un vacío en su interior. Las necesidades no desaparecen - el niño siempre trata de satisfacer esas necesidades, por lo general en forma equivocada.

Un niño que no encuentre satisfecha su necesidad de un padre con quien poder identificarse, con él o con otros hombres, va a pasar de la niñez a la adolescencia y a la vida adulta tratando de satisfacer esa necesidad - y puede confundir su necesidad de apoyo masculino, su identidad masculina, su amor de hombre, con sus impulsos sexuales.

Una muchacha que no haya recibido de su madre lo que necesitaba en un momento crítico, puede encontrarse estimulada por una mujer maternal, y puede interpretar esa profunda necesidad maternal como un impulso sexual.

Los niños cuyas necesidades no se satisfacen, presentan a menudo síntomas que son obvios para todo el mundo. El niño que no se identifica con su padre, se identifica con su madre, y desarrolla amaneramientos afeminados. Esto es signo de que hay algo que anda mal. Desgraciadamente, cuando los padres, preocupados, hablan de esto al médico, les contestan - oh, no hay de qué preocuparse. Ya se le pasará. ¿Iría el doctor a ignorar con la misma facilidad, los síntomas de carencia vitamínica? Al 75% de los niños con esas tendencias no "se les pasa". Sufren con las pullas y la soledad, tienen más probabilidades de ser víctimas de abuso sexual, y eventualmente desarrollan una atracción homosexual. Dado que un 50% de los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, van a contraer el VIH u otra enfermedad de transmisión sexual grave, una intervención inmediata, cuando se observan los síntomas por primera vez, está totalmente justificada. Esa intervención no solo puede prevenir la conducta homosexual en la adolescencia, sino que también reduce el sufrimiento de los niños por las pullas, la soledad y el rechazo.

No hay una sola causa, pero cuando las historias individuales se examinan, los factores causales son con frecuencia obvios.

Esto no es para echarle la culpa a los padres…
Siete conceptos distintos

1) Las personas con inclinación homosexual.
2) La inclinación homosexual propiamente dicha.
3) Las prácticas homosexuales.
4) El lobby gay.
5) El homosexualismo político.
6) La cultura gay.
7) la llamada "teología gay".
Sobre las uniones homosexuales

La conducta humana modifica a la persona que así se conduce. Aunque, como ya observamos, el comportamiento homosexual no se identifica con la homosexualidad, no obstante, su reiteración puede modificar y hasta sustanciar a quien así se comporta como una persona homosexual.
Esta etapa es la más grave y definitiva. Mientras no se llegue a ella es mucho lo que se puede hacer para modificar el rumbo de la conducta homosexual, aunque no siempre. Pero llegados a esta etapa, podemos quedarnos sin recursos terapeúticos y que el adolescente pierda el norte para toda la vida, porque ésta se autoconfigura con el reobrar del propio comportamiento sobre la persona.
Hoy se sabe que los conflictos y comportamientos violentos son dos o tres veces más frecuentes entre las parejas homosexuales que en las parejas heterosexuales; la duración media del vínculo entre las personas homosexuales no suele ser superior a tres años; los cambios de compañero/a son muy frecuentes, lo que aumenta la inestabilidad afectiva de los hijos adoptados, y la promiscuidad sexual es mucho mayor que entre las parejas heterosexuales, así como la ruptura de relaciones entre ellos/as.

En el perfil psicológico de la personalidad homosexual, se observa una mayor incidencia de rasgos psicopatológicos (egocentrismo, autocompasión, inmadurez afectiva, infidelidades, etc.), lo que en modo alguno contribuye al desarrollo armónico de la personalidad del niño adoptado, expuesto y en interacción con esos modelos de conducta.

Desde la perspectiva de la salud psíquica, las conclusiones obtenidas ponen de manifiesto que en las parejas homosexuales es significativamente mayor la incidencia de trastornos psíquicos (especialmente, la depresión, la ansiedad, la adicción a las drogas y el trastorno obsesivo-compulsivo) y del sida, y menores sus expectativas en años de vida.
Adopción y parejas homosexuales

Golombok y Tasker publicaron, en 1996 en la revista DEVELOPMENTAL PSYCHOLOGY y en 1997 en la revista JOURNAL OF ORTHOPSYCHIATRY, un interesante estudio longitudinal basado en una muestra de madres e hijos que habían evaluado 16 años antes. Cuando los niños eran pequeños, no encontraron ninguna diferencia entre los hijos de lesbianas y los de mujeres heterosexuales divorciadas que vivían solas; 46 de aquellos niños fueron seguidos hasta el inicio de la edad adulta (edad media de 23,5 años) y las investigadoras encontraron entonces una incidencia significativamente mayor de relaciones homosexuales entre los que habían crecido con madres lesbianas (24 por ciento), comparado con los que habían crecido con madres heterosexuales (0 por ciento) .

Bailey y colaboradores publicaron en 1995, en la revista DEVELOPMENTAL PSYCHOLOGY, otro estudio en el que investigaron la orientación sexual de 75 jóvenes adultos (entre 17 y 43 años de edad), hijos de padres homo o bisexuales. El 9 por ciento de ellos eran homo o bisexuales y mostraban una tasa de homosexualidad mayor de la sugerida por estudios poblacionales, que puede encontrarse alrededor del 1 por ciento en adolescentes estadounidenses (según datos publicados por Remafedi y colaboradores en la revista PEDIATRICS en 1992) y alrededor del 3,7 por ciento en adultos británicos (Johnson y colaboradores, THE LANCET 2001)…

Cuando en Psiquiatría se habla de subnormalidad por privación cultural, como diagnóstico de una enfermedad, se ve la importancia de la educación familiar y social. Es decir, un muchacho sin educación a los 15 años arrojará un coeficiente idéntico al de un subnormal débil o límite. Esto se debe, en cierto modo, a que el niño necesita de estímulos para realizarse como un adulto normal, difíciles de encontrar fuera de la familia. Estímulos cognitivos, para aumentar su inteligencia; afectivos, para sentirse seguro; perceptivos, para saber interpretar el significado de lo que capta a través de los sentidos; sociales, para descubrir el valor del otro –y cómo eso se puede regular según normas–; y morales, sin los que no formará una conciencia ética.

El desarrollo del ser humano no está condicionado sólo por factores biológicos, sino culturales, sociales, familiares. Somos por naturaleza un ser de cultura. En este sentido, los niños son los más indefensos. Es casi imposible que un niño sin familia llegue a ser una persona plena. Eso no pasa con las crías de los animales, porque saben instintivamente lo que tienen que hacer. Sin embargo, el ser humano no depende sólo de sus instintos. De ser así, estaríamos condicionados y no tendríamos libertad, no podríamos perfeccionarnos.

El ser humano nace en total indigencia. Esta pobreza incluye también la identidad de género, lo que no sucede con los animales. Cuando el perro apenas es un cachorro, ya funciona, perceptiva e instintivamente, como macho o hembra, según sea el caso, porque el instinto le marca y le hace funcionar. A los dos años, un niño ignora si es varón o mujer.

Esa identidad de género, indispensable para el ser humano, la aprenderá el niño de quienes lo rodeen en su infancia. Por eso el niño tiene derecho –humano– a ser formado en una familia, y si no encuentra en quienes le han adoptado lo que, por derecho, le corresponde, no se cumple el primer principio de la justicia distributiva: dar a cada quien lo que le corresponde. Porque al adoptado se le debe educación y afecto, es una terrible injusticia no darle el ius que le es propio –con mucha más razón cuando ni siquiera conoce a aquellos que le dieron la vida–. Tiene derecho a contar con un modelo de padre y madre, de varón y mujer, conforme a su naturaleza, indispensable para la formación de su propia identidad de género.

La persona sin esa identidad está incompleta en lo más íntimo. Y si se adopta a un niño, es para hacer de él una persona plena. Por eso, el Estado no permitiría nunca la adopción para explotar al niño, o que los adoptantes fueran asesinos. Cada niño es una persona única, lo mejor que tenemos en la sociedad. Lo primero que debe hacerse al adoptar a un niño es respetar su condición de ser, su identidad. Aunque el deseo de satisfacer el afecto por parte de los padres, al adoptar un niño, es legítimo y natural, no debe ser la primera razón para adoptarlo. El fin es que ese niño se autorrealice como persona y sea feliz.

Vistos los riesgos que supone la adopción, lo lógico es pedir al adoptante unas condiciones psicológicas mínimas. Por lo tanto, es muy conveniente que las legislaciones de cada país busquen indicadores prudenciales para disminuir el riesgo de la adopción por parte de padres que no satisfacen los criterios aludidos. Esto es conforme al Derecho y refleja una legislación bien hecha.
Si la necesidad natural de tener hijos es normal, la necesidad afectiva de relacionarse sexualmente con alguien del mismo sexo, no. Aunque una pareja homosexual elige su preferencia sexual, no es capaz de engendrar hijos porque, dada la naturaleza de esa relación, no le corresponde, y eso niega toda posibilidad de adopción. La naturaleza se impone. Por más que quiera vivir bajo el agua sin oxígeno, no voy a poder.

El igualitarismo en este asunto no se puede conceder, porque de un varón con otro no puede salir un hijo, y de una mujer con otra tampoco. ¿Eso lo prohíbe la Constitución? No. Lo prohíbe la biología que es más fuerte que cualquier Constitución del mundo. El padre tiene al hijo a título de haberse casado con una mujer, no sólo a título de ser persona.

La adopción de padres homosexuales trae consecuencias psicopatológicas en el adoptado. Es muy distinto que uno devenga en homosexual, por las razones que sean –trastornos, libre decisión, etcétera–, a que se influya en la voluntad, altamente vulnerable, de un niño.
Para nuestra reflexión
1. ¿La ideología de género defiende a las mujeres?
2. ¿Qué incluye la expresión "derechos sexuales y reproductivos"?
3. ¿La actividad homosexual es un derecho humano?
4. Comente las intervenciones de sus compañeros.

lunes, 18 de agosto de 2008

Personalismo y conservación de la vida




Persona y dignidad


Hoy casi nadie niega en teoría que todo hombre es "persona". Tiempo ha habido en el que se discutió sobre si la mujer lo era; o si los negros, indios y esclavos en general, tenían "alma". Se trataba de dilucidar -o de confundir, según los casos- la igualdad o desigualdad radical entre los seres humanos todos. Hoy, las expresiones "dignidad humana", "dignidad personal", "derechos humanos", están siendo muy empleadas, y esto es bueno… En la práctica se niega la igualdad de derechos - lo cual es tanto como negar la igualdad de "ser" o de "naturaleza" - a los seres humanos no nacidos, o nacidos con alguna deficiencia notable, o a los enfermos que suponen una carga para la familia o para la sociedad, a los deficientes mentales, etcétera. En los últimos lustros se extiende además la práctica de la manipulación genética en embriones humanos, como si fueran simples objetos, medios o instrumentos para beneficio de los (adultos) poderosos del momento o de la circunstancia…

Por "persona" se entiende en la filosofía medieval una hypóstasis o suppositum, que como tal no se distingue de las demás sustancias, pero cuya naturaleza es racional. Lo que hace que la persona sea un ser superior no es el hecho de ser substancia, sujeto subsistente (en sí y no en otro), sino la racionalidad. La persona es una sustancia individual de naturaleza racional. La racionalidad se entiende como una cualificación de la sustancia que la eleva por encima de todas las demás y le presta una excelencia que merece un "miramiento" particular…

A los hombres nos fascina el mundo sensorial, y sentimos la tentación de rendirnos sin condiciones a sus encantos inmediatos. Pero al poco de gozarlo, el encanto se nos esfuma, se desvanece, desaparece de nuestro corazón como el agua entre los dedos. ¿Por qué? Porque el "ser" del hombre es más, supera, trasciende infinitamente el orden de los sentidos, de lo material e incluso de lo temporal.


La misma "in-satisfacción" o "in-comodidad" que - no sólo a la larga, sino bastante a la corta - produce la hartura de los sentidos, es un testimonio elocuente de la desproporción que existe entre el "ser" del hombre y el "ser" de lo que se le ha ofrecido para su satisfacción.
El hombre insaciable de sensaciones manifiesta que "es más" que sensación. El hombre "supera infinitamente al hombre", decía Pascal. En otros términos: el hombre nace para ser infinitamente más de lo que es; para superarse a sí mismo más allá de toda previsión biológica. Lo presentimos, lo atisbamos, pero la fascinación sensorial puede vencer ese impulso originario al infinito y eludir la profundidad de la pregunta "¿Qué es el hombre?".




Desvelamiento de la dignidad de la persona


Yo soy lo "otro" que tú y tú eres lo otro que yo. "Yo" connota tanto mismidad como alteridad. Tú y yo somos "yoes" y en esto coincidimos: en el modo de ser, en la naturaleza o esencia; pero hay algo en lo que diferimos radicalmente, que es lo que se ha llamado acto de ser. El acto de mi ser o lo que me hace ser en acto es justamente lo que me hace ser yo y es radicalmente mío y de nadie más. Mi existencia, en efecto, se manifiesta incomunicable, como mismidad. Yo soy radicalmente otro respecto a todo lo demás. En el diálogo con las demás "personas" me experimento como una radical alteridad. Nadie puede decir yo en mi lugar ni yo puedo decirlo en lugar de otro. Pues bien, al que puede decir "yo" -con el sentido expuesto, no como un papagayo - le llamamos "persona". La mismidad es una característica de la persona: el "ser sí mismo". "Mismidad" y "alteridad" son términos correlativos…

Siguiendo con la experiencia del yo, advertimos que "ser sí mismo" comporta la experiencia del dominio sobre lo que uno hace. Yo vivo con la convicción de que poseo un conjunto determinado de facultades y potencias con las que entiendo, quiero, actúo, proyecto, etcétera, que son mías. Yo soy dueño y propietario de mis actos y por tanto de mí mismo. "Ser sí mismo" equivale a "ser de sí mismo".


¿De quién es la persona? Es una pregunta que no tiene mucho sentido. La persona no es ni puede ser de nadie más que de sí misma. El color es del pigmento, el peso es del cuerpo, la medida es de la extensión, el yo no es de nada ni de nadie. La persona es un ser que desde su inicio es completo, acabado, clausurado en su existencia (aunque no en su operación, siempre abierta al desarrollo o perfeccionamiento de su organismo, a nuevos actos, a nuevos horizontes y con necesidad de enriquecerse como persona en el trato con otras personas). La persona no es rigurosamente hablando de nadie. «Ser de alguien» es precisamente la negación del ser personal, la cosificación de la persona. Los padres - es el caso más comprensible - que consideran a sus hijos como algo que les pertenece en propiedad, no han entendido la noción de persona, no tratan a sus hijos como personas. Es verdad que son «hijos suyos», ellos los han traído al mundo, ellos los han procreado, pero lo que han procreado, por su propia naturaleza, no es nada «suyo». El hijo no es una realidad «adjetiva», sino «sustantiva», con un ser (personal) irreductible al ser de los padres me refiero tanto al padre como a la madre). La relación de paternidad/maternidad no es una relación de propiedad. El hijo no es una parte de la madre ni siquiera cuando antes de nacer está en su seno y vive a sus expensas. La diferencia entre persona y cosa hemos de comenzar a verla desde ahí, o no la veremos nunca…

La experiencia de ser origen y dueño de mis actos comporta la experiencia íntima de la libertad: yo soy origen de mis actos, pero de tal manera que puedo originar una acto determinado o no originarlo, según mi voluntad. Puedo querer o no querer. Puedo incluso querer o no querer mi querer. Esto es lo específico de la libertad: la posibilidad no sólo de querer, sino de querer reduplicativamente, es decir, de poder querer mi querer o no querer y de poder no querer mi querer o no querer…


La dimensión supracósmica de la existencia humana


Si el alma es inmortal, por ser incorruptible, por ser espiritual, por carecer de partes, de composición, y ser en sí, existir de suyo desde el momento de la creación, entonces todos sus actos libres, "personales" tienen también una dimensión de eternidad. Cada uno de nuestros actos, que sucedan ahora, en el tiempo, gravitarán decisivamente sobre nuestra eternidad…

La libertad es una manifestación de la índole espiritual del alma humana. El acto supremo en el que la libertad se manifiesta es aquél en el que demuestra su trascendencia y dominio sobre el cuerpo… Mi cuerpo, lo que en mí es pura materia, puede estar arrojado a un calabozo inmundo, mis manos y mis pies encadenados, pero a pesar de ello yo sigo siendo libre, y aun cuando no sea dueño de mi corporalidad siempre podré decir que no a lo que se me pide. El hombre es libre porque su espíritu está por encima de todos los poderes terrenos, y son muchos los seres humanos que han demostrado así la victoria del espíritu sobre el cuerpo, el triunfo de lo que no es visible en su ser, sobre aquello que podemos percibir con nuestros sentidos…

Es de advertir que esta concepción del hombre como trascendente al cosmos es muy razonable, aunque haya quienes no la comprendan… Quien conserve un cierto sentido metafísico - por lo demás, natural al ser humano desde que despierta al uso de razón -, puede entender perfectamente lo que dice seguidamente John Eccles: «Del alma podemos conocer muchas cosas: los sentimientos, las emociones, su percepción de la belleza, la creatividad, el amor, la amistad, la libertad, los valores morales, los pensamientos, las intenciones... Es decir, todo "nuestro mundo"; en otras palabras: lo más específicamente humano. Porque todo esto que acabo de mencionar se relaciona con la voluntad. Y es en la experiencia de la voluntad donde se estrella el materialismo y cae por su base. El materialismo no puede explicar el hecho de que yo quiera hacer algo y lo haga.


»De una parte, la actividad cerebral nos permite realizar acciones de modo automático. Hay mucho automatismo en nuestra conducta. Pero también es claro que existe un nivel de conciencia en el que la originalidad de la decisión es patente. Por ejemplo, cuando camino, "quiero" ir más deprisa o más despacio. Incluso podemos envolver casi todo en la conciencia: "quiero" andar con aire de Charlot, pensando cada paso y cada movimiento...»


Sobre la fácil pero falsa reducción del alma a cerebro es también ilustrativo lo que dice el eminente científico: «Hasta hace poco, nada sabíamos de ondas electromagnéticas y de áreas cerebrales, y hay gente que no lo sabe tampoco ahora. Pero todos, y desde antiguo, sabemos de "nuestra vida". Y nuestra vida la expresamos en palabras y acciones, para lo cual necesitamos obviamente el cerebro, pero también necesitamos muchas veces de la laringe o de los músculos de la mano; y ni la laringe ni la mano son el origen o la explicación de "nuestra vida". Tampoco lo es el cerebro. El cerebro no explica qué es y cuál es el origen de "nuestra vida" humana, personal, inteligente y libre. Desde luego es muy importante investigar sobre la físico química cerebral, pero quien sabe de "nuestra vida" es nuestro "yo", no el cerebro. Y nuestro "yo" no es en modo alguno un producto físico químico».


La persona, fin en sí misma, no de sí misma


El valor de la persona es tal -escribía el entonces Cardenal Karol Wojtila, luego Juan Pablo II- que ante ella sólo el amor es la actitud justa. Y el amor quiere al otro por sí mismo, no porque le sirva o resulte útil. La persona no se encuentra en la lista de las cosas "útiles" o "instrumentales". Por eso dice A. Rodriguez Luño: "siempre que tu acción se refiera a la persona, propia o ajena, no olvides que no estás ante un simple medio instrumental; ten en cuenta, por el contrario, que ella tiene también su propia finalidad."

La pareja que se crea con "derecho" a "tener un hijo", está negando al hijo la cualidad y los derechos de la "persona"; niega de hecho que sea "un fin en sí mismo" y lo convierte en "medio" para satisfacer las propias apetencias, cosa que no hace ni el mismo Dios. No cabe olvidar que en ningún caso el fin bueno justifica un comportamiento intrínsecamente malo. Y, sin duda, tratar a la persona como medio, es muy grave.


La persona que se arroga el "derecho" no de engendrar mediante un acto de amor (único modo digno de poner en la existencia a una persona), sino de "producir" el ser de otra persona, está tomando a la persona no como lo que es y ha de ser -un don del Creador-, sino como una cosa de la que puedo disponer a mi antojo, como algo que está a "mi servicio", como un "medio" de satisfacer apetencias que pueden ser muy nobles, pero que no justifican la reducción de lo que sustancialmente es fin, a un simple "medio para mí".


Ya se comprende que instrumentalizar, objetualizar, cosificar de un modo u otro la persona es algo monstruoso: éticamente, o lo que es lo mismo, humanamente hablando es una barbaridad, un acto salvaje, vale decir un "sacrilegio", porque no en balde se ha dicho siempre en el cristianismo y aun al margen de él, que la vida humana - toda vida humana - es sagrada . Y lo es cualquier que sea su raza, su buena o mala formación o su pequeño o grande tamaño.


Personalismo


Es toda aquella doctrina que mantiene el primado ontológico, ético y social de la persona. Más que de un sistema claramente delimitado, se trata de una concepción de contornos poco delineados y que engloba bajo sí posturas filosóficas de tendencia muy diversa con el denominador común de la exaltación de la dignidad de la persona.

Características fundamentales del personalismo:

1) Primacía de la persona en el orden óntico; todo el dinamismo del ser culmina en la personalización, de tal modo que, como señala E. Mounier, para el p. es la persona la realidad central del universo.

2) Como consecuencia, el p. se pone a toda doctrina que disminuye el valor óntico de la persona, ya por reducirla a «uno más» entre los seres de la naturaleza -caso de las diversas formas de materialismo- ya por considerarla como una mera epifanía de un principio superior -caso del idealismo absoluto.

3) Éticamente, la dignidad de la persona se cifra en que es la única que tiene capacidad para realizar los valores.

4) En la esfera socio-política el p. se opone tanto al colectivismo o comunismo como al individualismo.




Para nuestra reflexión


1. ¿El pensamiento y la persona, la libertad y el amor no son más que una combinación -aunque complejísima - de elementos materiales?

2. ¿El hombre es una “pasión inútil”?

3. ¿El personalismo sigue vigente?



5. Comente las intervenciones de sus compañeros.